Yo no seré tu ángel, pero tampoco tu demonio;
no quiero, y sobretodo no debo, decirte lo que has de hacer, pues ¿quién soy yo para hacer algo así? Sé que podría decirte lo que los demás esperan, quieren, que te diga, lo que se supone que es lo correcto, lo que incluso tú esperarías oír si te llamo para que hablemos, para ver qué tal estás... podría ser tu ángel e intentar protegerte del daño que puedas sufrir...
Pero no lo haré, tan sólo estaré ahí para escucharte, para que pase lo que pase no olvides que puedes contar conmigo y que yo NO voy a juzgarte, incluso para recoger los pedacitos si llegase un momento en el que eso fuese necesario, aunque sea desde la distancia...
No seré tu ángel, no lo seré, porque aunque podría argumentarte con todo tipo de palabras, olvidaría lo más importante; cuando me tocó elegir a mí, a pesar del acúmulo de indicios que me indicaban lo contrario, decidí ser demonio.
Y aún con el suelo lleno de pedacitos de mí, aún con restos que todavía permanecen ocultos entre los azulejos nuevos, no me arrepiento.
Y ahora valoro mucho más a los ángeles.
Después vuelve la sed
Hace 5 años