viernes, 30 de enero de 2009

¿Ángel o demonio?

Yo no seré tu ángel, pero tampoco tu demonio;

no quiero, y sobretodo no debo, decirte lo que has de hacer, pues ¿quién soy yo para hacer algo así? Sé que podría decirte lo que los demás esperan, quieren, que te diga, lo que se supone que es lo correcto, lo que incluso tú esperarías oír si te llamo para que hablemos, para ver qué tal estás... podría ser tu ángel e intentar protegerte del daño que puedas sufrir...

Pero no lo haré, tan sólo estaré ahí para escucharte, para que pase lo que pase no olvides que puedes contar conmigo y que yo NO voy a juzgarte, incluso para recoger los pedacitos si llegase un momento en el que eso fuese necesario, aunque sea desde la distancia...

No seré tu ángel, no lo seré, porque aunque podría argumentarte con todo tipo de palabras, olvidaría lo más importante; cuando me tocó elegir a mí, a pesar del acúmulo de indicios que me indicaban lo contrario, decidí ser demonio.

Y aún con el suelo lleno de pedacitos de mí, aún con restos que todavía permanecen ocultos entre los azulejos nuevos, no me arrepiento.

Y ahora valoro mucho más a los ángeles.

sábado, 17 de enero de 2009

¿Días para olvidar?

A veces días oscuros se ciernen sobre nosotros; son días llenos de negatividad, días de pesimismo, días complicados que no me gustan, días que a veces no comprendo, días nefastos...

En fin, días malos, para que vamos a complicarnos.

Sin embargo, y aunque pueda parecer lo contrario, no son, ni mucho menos, días para olvidar; pues son estos días los que nos hacen valorar aquellos que son mejores, los que nos hacen más fuertes para que podamos enfrentarnos más valiéntemente a lo que esté por llegar.

Días que vienen sin avisar y a los que, a veces, tan sólo hay que dejarlos pasar.

lunes, 5 de enero de 2009

¿Lo intentamos?

El Cuaderno Dorado es un libro que habla de una escritora que, tras publicar una novela de éxito, pasa una gran crisis literaria por la cual no se atreve a escribir; paradójicamente, cada vez que me ponía a leerlo a mí me ocurría lo contrario y me entraban ganas de sentarme frente al ordenador para escribir algo, lo que fuese.
Me dije que esperaría a terminarlo para empezar con mi propio Cuaderno Dorado y... Creo que el momento ha llegado, sólo espero poder ser capaz de transmitir, aunque sea muy nimiamente, lo que pasa por mi cabecita.